Qué grados de dependencia hay y cómo se determinan
En ocasiones, la gente confunde dependencia y discapacidad, tal vez porque muchas de las discapacidades más visibles suelen coincidir con cierto grado de dependencia o porque ambas se miden con un baremo cuantitativo. Resulta más fácil entender la diferencia fijándonos en los que significan los grados de dependencia, recogidos en el artículo 26 de la Ley 39/2006.
Qué son los grados de dependencia
La citada Ley 39/2006 establece 3 grados de dependencia y define quiénes entran dentro de cada uno. Como no siempre es sencillo establecer dónde está el límite entre una dependencia moderada y una severa, el grado se determina mediante un sumatorio de puntos, que va desde 0 hasta 100.
Con valores entre 0 y 24 puntos se considera que la persona es no dependiente, aunque pueda presentar un grado elevado de discapacidad.
Dependencia moderada
Con una puntuación de 25 a 49 está la llamada dependencia de grado I. Engloba a las personas que necesitan ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria, al menos una vez al día, o tienen necesidades de apoyo intermitente o limitado para su autonomía personal.
Dependencia severa
El rango de puntuación porcentual va desde 50 hasta 74 puntos, y se la conoce como dependencia de grado II. En este caso, la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria (dos o tres veces al día), pero no precisa del apoyo permanente de un cuidador o tiene necesidades de apoyo extenso para su autonomía personal.
Gran dependencia
Dependencia de grado III, que corresponde a los valores porcentuales que van desde 75 hasta 100 puntos. Una persona es gran dependiente cuando necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria varias veces al día y, por su pérdida total de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, requiere del apoyo indispensable y continuo de otra persona, o tiene necesidades de apoyo generalizado para su autonomía personal.
Tipos de dependencia
Dependencia física
La persona pierde el control de sus funciones corporales y de su interacción con los elementos físicos del entorno.
Dependencia sensorial
Causada por alteraciones en alguno de los sentidos, vista y oído, fundamentalmente, que repercuten en la capacidad de la persona para desarrollarse en su vida cotidiana: en desplazamientos, a la hora de leer o escribir, al realizar las tareas domésticas, conducir, trabajar, etcétera.
Dependencia intelectual o mental
En ambos casos, hablamos de dependencia cuando la persona pierde la capacidad de resolver problemas y tomar decisiones que no vayan contra su integridad física o su patrimonio.
Dependencia mixta
Casi siempre tiene un inicio asociado a una enfermedad, aunque a medida que avanza puede ir englobando más de un tipo de los otros tipos de dependencia. Un ejemplo sería la enfermedad de Parkinson, que suele empezar con problemas motores, pero evoluciona presentando demencia, cuando no sucede en el orden inverso.
Cómo se determina el grado de dependencia de una persona
Para aplicar el Baremo de Valoración del grado de Dependencia (BVD), los órganos correspondientes establecidos por cada comunidad autónoma envían una solicitud a los Servicios Sociales, y estos envían a una persona al domicilio del paciente o el anciano.
Allí evalúan si la persona necesita ayuda o no para realizar una lista de tareas esenciales en el día a día y con qué tipo de ayuda puede enfrentarse a ellas. No es lo mismo requerir un apoyo intermitente, que puede prestar un cuidador, que haber perdido la autonomía física o intelectual, por poner dos ejemplos extremos.
Con la puntuación numérica que oscila entre 0 y 100 y la valoración detallada, se determinan los grados y niveles de dependencia. El nivel de dependencia se obtiene de la suma de los pesos de las tareas en que la persona valorada no tiene desempeño, ponderada por el coeficiente del grado de apoyo en cada tarea y el peso de la actividad correspondiente.
Los grados de dependencia evalúan la necesidad de ayuda de una persona en la realización de tareas básicas diarias, atendiendo al número promedio de veces que se produce por jornada y al tipo de apoyo de una tercera persona que hace falta en cada una de estas tareas que el enfermo no puede realizar solo.
Si el cuidador y el paciente lo necesitan, desde Institución Santa Ana podemos ofrecer también terapia emocional enfocada directamente a sobrellevar el duelo cuando una persona pasa a ser dependiente o la frustración de ambos. No olvides que tanto cuidador como enfermo necesitan velar por su propia salud. Por supuesto, también ofrecemos asistencia domiciliaria por horas, como apoyo al cuidador principal y para permitirle realizar tareas o gestiones sin desatender a una persona que, en función del grado de dependencia, puede necesitar cuidados constantes.
- Posted by Santa ana Institución
- On 10 noviembre, 2023
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